La intención del proyecto fue crear un espacio para conciertos y entrevistas con músicos en un entorno hogareño e íntimo, con el objetivo de humanizarlos y generar un diálogo entre melómanos. Desde el inicio, el equipo tuvo la visión de desarrollar un programa diverso en cuanto a géneros musicales, orígenes y estilos, que se convirtiera en una plataforma para descubrir lo más novedoso de la música en México.

A partir de estos conceptos nació Shelter Studios, un nombre que captura la esencia del proyecto: un refugio cálido para la música. Esta idea se tradujo visualmente en el logotipo, donde el sillón funciona como ícono principal y elemento identificador de la marca. Este símbolo también se incorporó en la propuesta escenográfica, grabando siempre en un sillón o sofá que cambia con cada artista, reforzando así la conexión visual con el concepto.

El territorio visual de la marca se construye a partir del uso de siluetas. El sillón, junto con otros elementos domésticos típicos de una sala e instrumentos musicales, se convierte en un marco envolvente para algunas imágenes. Todo esto se complementa con una combinación tipográfica expresiva y llamativa, dando lugar a un sistema visual adaptable, atractivo y contemporáneo.