Parte de lo que hace la práctica de Tom tan única y especial es la conexión que logra entre su lente y los sujetos, pero también aquel reconocimiento con el otro que va más allá de la imagen. Una de sus prioridades es entablar una conversación, un espacio donde las personas se sientan cómodas y libres de compartir sus historias y sus vidas. 

Al entender lo importante de la autenticidad para Tom, se optó por un logo con una tipografía manuscrita que funciona como una firma, lo cual le aporta una estética más personal y cercana. La paleta cromática se mantuvo neutra (con blanco/negro) para dejar que las fotografías sean las protagonistas de las comunicaciones. Los trazos curvos conviven armónicamente con el mundo visual de Tom y ayudan a interactuar con las imágenes sin opacarlas. 

Las tarjetas de presentación mantienen el tono único de Tom con un mensaje que busca conectar con las personas de forma genuina y abierta. Los recursos tipográficos se mantienen en mayúsculas para darle importancia e impacto al texto, en general se respeta una estética minimalista pero siempre original.